SIN ARREPENTIMIENTO NO HAY RECONCILIACIÓN

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Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Hechos 17:30

Estas fueron las palabras del Apóstol Pablo en la ciudad de Atenas ante algunos filósofos de esos tiempos los cuales pensaban que el propósito de la vida del ser humano es encontrar placer y como buenos filósofos amantes de la sabiduría, le preguntaron a Pablo cuál era esta nueva enseñanza.

A dicha audiencia Pablo le hace esta declaración: Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo … Hechos 17:30


No importa cuanto conocimiento tengamos acerca de la vida y la naturaleza, si no conocemos y aceptamos a Dios nos constituimos en ignorantes y necios, aunque nos parezca una afirmación bastante fuerte. 

El enemigo más grande de la humanidad no es el pecado ni Satanás, sino la ignorancia.

El problema del pecado fue resuelto mucho antes que hombre pecase. De hecho, Dios ya había hecho planes para el pecado antes de que el hombre pecara; también Satanás fue derrotado el día que Cristo murió en la cruz. 


Desde el punto de vista de Dios, no hay diferencia entre los seres humanos sean judíos o gentiles de igual manera sean personas con estudio secular o no. La Biblia dice que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. 

Dios nos ama incondicionalmente y quiere que experimentemos su paz aceptando a Jesús como nuestro salvador personal. No hay experiencia más maravillosa que tener paz con Dios. Él le ama y quiere que usted experimente su paz. La Biblia dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16.

Pastor Martin Lobo